lunes, 3 de agosto de 2015

PARA ENTENDER EL FENÓMENO DE LA CRISIS

LA CRISIS ES GRAVE PORQUE TRAE LA POSIBILIDAD
 DE DESTRUIR  LA VIDA SOBRE EL PLANETA TIERRA.
PARA LA DESAPARICIÓN DE LA ESPECIE HUMANA...
LOS INSTRUMENTOS YA HAN SIDO MONTADOS.


Escribe 
LEONARDO BOFF (*) 
Fuente PORTAL del autor 
24 de Julio 2015

(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood, considerado el Nobel Alternativo.


Raramente ha habido en la historia tanta acumulación de situaciones de crisis como en el momento actual. Algunas son coyunturales y superables. Otras son estructurales y exigen cambios profundos
, como por ejemplo, la reforma política y tributaria brasilera. Pero hay una crisis que se presenta sistémica y que recubre toda la Tierra y la humanidad. Es una crisis ecológico-social. La percepción general es que la Tierra viva no puede continuar así como se encuentra, pues nos puede llevar a un cuadro de tragedia con desaparición de millones de vidas humanas y porciones significativas de la biodiversidad. 
En su encíclica sobre “el cuidado de la Casa Común” el Papa Francisco dice sin rodeos: “lo

cierto es que el actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista” (n.61). En su peregrinación por los países más pobres de América Latina, Ecuador, Bolivia y Paraguay, el discurso de cambio estructural y la exigencia de un nuevo estilo de producir, de consumir y de habitar la Casa Común ha sido afirmado repetidamente como algo impostergable. 

La crisis sistémica es grave porque carga dentro de sí la posibilidad de destrucción de la vida sobre el planeta y eventualmente la desaparición de la especie humana. Los instrumentos ya han sido


montados. Basta que surja un conflicto de mayor intensidad o un loco fundamentalista del tipo del expresidente Bush para abrir las puertas del infierno nuclear, químico o biológico hasta el punto de no quedar nadie para contar la historia. No podemos subestimar la gravedad de esta última crisis sistémica y global. La actual crisis brasilera es un pálido reflejo de la crisis mayor planetaria. 

Pero incluso así es desastrosa para todos, afectando especialmente a aquellos sobre cuyos hombros se colocó la carga mayor de los ajustes
fiscales para salir o aliviar la crisis: los trabajadores y los jubilados.Comulgamos con la esperanza del Papa Francisco: hay en el ser humano un capital de inteligencia y de medios que nos “ayudan a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo” (n.163). 
Y finalmente hay Alguien mayor, señor de los destinos de su creación, que es “el amante de la vida” (Sb 11,26). Él no permitirá que nos exterminemos miserablemente. En este contexto
cabe una profundización sobre la naturaleza de la crisis para salir de ella mejores. Desde el existencialismo, especialmente con Sören Kierkegaard, la vida es entendida como un proceso permanente de crisis y de superación de crisis. Ortega y Gasset, en un famoso ensayo de 1942 titulado Esquema de las crisis, mostró que la historia, a causa de
sus rupturas y reconstrucciones, posee la estructura de crisis. Esta obedece a la siguiente lógica: (1) el orden dominante deja de tener un sentido evidente; (2) reina la duda, el escepticismo y una crítica generalizada; (3) urge una decisión que cree nuevas certezas y otro sentido, ¿cómo decidir si no se ve claro?, pero sin decisión no habrá salida; (4) pero tomada una decisión, incluso con riesgo, se abre entonces un camino nuevo y otro espacio para la libertad. Se superó la crisis. 
Un nuevo orden puede comenzar. La crisis es purificación y oportunidad de crecimiento. No necesitamos recurrir al ideograma chino de crisis
para saber ese significado. Nos basta remitirnos al sánscrito, matriz de nuestras lenguas occidentales. En sánscrito, crisis viene de kir o kri que significa purificar y limpiar. De kri viene crisol, elemento con el cual limpiamos el oro de las gangas, y acrisolar que quiere decir depurar y decantar. 
La crisis representa un proceso crítico, de depuración de lo esencial: sólo lo verdadero y sustancial queda, lo accidental y agregado desaparece. En torno y a partir de este núcleo se construye otro orden que representa la superación de la crisis. Esto se traducirá en un curso diferente de las cosas. Después, siguiendo la lógica de la crisis, este orden también entrará en crisis. Y permitirá, después de un proceso crítico de acrisolamiento y purificación, la emergencia de un nuevo orden. Y así sucesivamente, pues esa es la dinámica de la historia.  

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