LOS EMIGRANTES DEL CALENTAMIENTO GLOBAL, UN
DESASTRE EN PROGRESIÓN QUE SEGUN ESTIMA ONU
HARAN UN CHISTE LO DE AHORA,
INCLUIDO EL TRÁGICO
BALANCE DE LOS MUERTOS QUE HOY SON UNA REALIDAD.
Escribe
RAFAEL POCH(*)
Fuente “La Vanguardia”
Publica “Rebelión”
4 de septiembre 2015
(*) RAFAEL POCH-de-Feliu – (Barcelona,
1956). Graduado en Historia. Escritor. Periodista. corresponsal en China Europa
del Este, la URSS / Rusia de “La Vanguardia” de Barcelona. Corresponsal de Die
Tageszeitung en España. Redactor de la agencia alemana de prensa DPA en
Hamburgo. Es autor, entre otros varios libros, de “China. Un mundo en crisis,
una sociedad en gestación”. (Spanish Edition 2009), de "La pertenencia de
Tíbet a China” que nace de su
experiencia directa de vida en una nación tan compleja como heterogénea.
Es justo que quienes fomentan
guerra y miseria con imperialismo y un comercio abusivo y desigual, reciban las
consecuencias demográficas
de sus acciones. «Una imagen que ha dado la vuelta
al mundo y despierta las conciencias», explica Bernard Henry Levy, sobre la
foto del cadáver del niño sirio varado en una playa turca. El “popular diario”
Bild animando una campaña de acogida de refugiados con ayuda de igualmente
populares futbolistas. La Canciller Merkel apelando a la humanidad y a los
valores, y reafirmando su “gran liderazgo europeo” en esta cuestión, nos
explican editorialistas de renombre. Tres momentos que confirman que en Europa
ya no hay ni lugar para la vergüenza.
Es la hora de la gran tomadura de
pelo. La estrella mediática parisina, agitador de todas las intervenciones
militares del humanitarismo euroatlántico, no relaciona sus prédicas belicistas
con el niño muerto huido de Siria. Tampoco lo hizo con las oleadas balcánicas,
afganas, libias o iraquíes. Los Estados cuya destrucción y disolución ayudó a
justificar en nombre del interés supremo de la geopolítica y economía
occidentales, producen éxodos -y terrorismos- claramente identificables. Cuanta
más guerra y desolación se siembra en la regiones en crisis, mayor será el
flujo hacia Europa. Es una consideración bien banal pero, ¿quién nos la va a
recordar estos días? ¿El “popular diario”, quizás?
Bild es el primer diario xenófobo
del continente y el de mayor tirada. Su campaña es genuina: la gran operación
de imagen del país del “Nein” y del “Grexit”, cuyo nacionalismo post
reunificación -inscrito en los tratados europeos, en las reglas del Banco
Central Europeo y hasta en la misma moneda única- ha mandado al traste medio
siglo de integración europea y de redención por el desastre nazi. El
establishment alemán necesitaba, ciertamente, una campaña
de imagen y la crisis
de los refugiados se la ha dado. Alemania recibirá este año 800.000 refugiados,
según las infladas cifras del gobierno federal, de momento poco más de 200.000
solicitaron asilo en los primeros siete meses del año.
Alemania es el “primer receptor
europeo” de refugiados, el ejemplo para una Francia acomplejada bajo la sombra
de su Frente Nacional. “La hipocresía francesa y el ejemplo alemán”, titula el
portal Mediapart. ¿Quién recordará que en territorio
alemán se han cometido
algunos de los mayores crímenes xenófobos de la posguerra europea-occidental,
incluida la mayor trama terrorista de los últimos veinte años (NSU) con
manifiestas complicidades en el aparato de seguridad, que es allí donde las
residencias para emigrantes arden con mayor frecuencia y donde los pasillos del
metro son más peligrosos para los morenos?
Un “ejemplo” que pasa por encima
del hecho de que la inmensa mayoría de los “emigrantes” en Alemania son
europeos de tradición cristiana. Un paseo comparativo por las calles de Berlín
y París ofrece
una evidencia visual abrumadora a este respecto. Una ciudad con
los colores étnicos de Marsella es completamente impensable en Alemania, donde
el número de matrimonios mixtos entre alemanes y turcos (la excepción) es
insignificante. La frase atribuida a un ayudante de Nicolas Sarkozy de que en
la crisis actual, “los alemanes administran un flujo, mientras que nosotros
tenemos que administrar un stock, por lo mucho que hemos acogido en las últimas
décadas”,
Responde a una realidad que los
propios franceses ignoran, por más que el racismo y la xenofobia sean problemas
verdaderamente paneuropeos. Ciertamente, todo esto no nos lo recordará la
Federación de la Industria Alemana (BDI), con sus fantasmagóricas quejas por la
falta de mano de obra. Estos sirios educados y de clase media que gritan
“¡Germany, Germany!” en la estación de Budapest y que huyen de una guerra que
Europa, y Francia en particular, han fomentado.
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