LA DESESTABILIZACIÓN CLIMÁTICA QUE SE AVECINA. LEJOS DE
SER
UN HECHO PARA TRATAR EN UN APARTADO SECTORIAL Y
AISLADO.
INSIDE EN LA VIDA DE LAS SOCIEDADES. SOLO ACABA DE EMPEZAR.
Escribe
DAVID
HAMMERSTEIN (*)
Fuente
Publica “Eco Portal”
26 de Septiembre
2015
(*) DAVID HAMMERSTEIN (1955,
EE.UU. Los Ángeles) Sociólogo y político ecologista (nacionalizado en EE:UU:1986).
Trabajo en La Confederación de Los Verdes desde 1999, y con Los Verdes de
Europa. Eurodiputado del 2004 al 2009 Estuvo adscrito al grupo parlamentario de
Los Verdes/ALE, destacándose en la lucha contra la corrupción urbanística, la
minería a cielo abierto, la contaminación. Como miembro del Parlamento
Europeo se distinguió por las denuncias
del incumplimiento de directivas europeas en materia de medio ambiente.
Millones de refugiados se agolpan
a las puertas de Europa poniendo a prueba nuestros valores más preciados de
solidaridad y equidad. Es
todo un aviso para navegantes sobre los peligros del
futuro que nos espera. Cuando una sociedad humana se siente amenazada tropieza
con la disyuntiva de elegir entre la libertad y la seguridad, es muy probable
que se opte por la segunda opción autoritaria. En la respuesta que demos a este
dilema práctico corremos el riesgo de suspender los principios morales más
apreciados en nuestras acomodadas sociedades democráticas. Las
libertades
pueden tirarse al basurero cuando se percibe que los refugiados constituyen una
amenaza a la propia seguridad.
Las guerras climáticas ya están
aquí. Solo un reajuste socio-ambiental global por encima de las fronteras,
capaz de distribuir la creciente escasez de los recursos biofísicos según los
valores de suficiencia material y ecológica y de manera más equitativa, podrá
ayudarnos a mitigar la gran catástrofe que se avecina, mucho más colosal que la
crisis actual de los refugiados. Pero hasta ahora continúa la ceguera política
como si nada pasara, sumida como está en la negación de los problemas sociales
y ecológicos de fondo. Toda una gran irresponsabilidad institucionalizada.
Las guerras climáticas están en
marcha, y de seguir con el mismo rumbo que llevamos las guerras que vendrán
encenderán más la mecha del nacionalismo xenófobo, los agravios comparativos
fraticidas de unos contra otros, y aumentarán las luchas encarnizadas para el
abastecimiento de recursos naturales cada vez más escasos y degradados. La
desestabilización climática que se avecina, lejos de ser un hecho para ser
tratado en un apartado sectorial y aislado, como por ejemplo lo hace el
reduccionismo de la óptica técnica que solo habla de emisiones de CO2 y de
eficiencia energética, ya nos está
complicando profundamente las relaciones
humanas en nuestras sociedades, y solo acaba de empezar.
La terrible guerra civil en Siria
fue precedida por una histórica sequía que duró más de 10 años y arruinó a más
de un millón de agricultores, causó grandes migraciones interiores y agudizó
las críticas al régimen de Assad como aumentó las tensiones inter-étnicas e
inter-religiosas. Aunque los analistas políticos suelen ignorar nuestra inevitable
condición de dependencia de un mundo físico y biológico finito que decae a
marchas forzadas, lo cierto
es que la batalla por el agua en un Oriente Próximo
con unas temperaturas cada vez más inclementes y con acceso y reparto muy
injusto, ha sido uno disparadores sociales que ha encendido la guerra civil en
Siria.
En muchos otros países del
Mediterráneo y de Africa se retroalimentan los horrores ambientales: las
sequías, el avance del desierto, la carencia de agua potable y de combustible,
el esquilmamiento de las proteínas
pesqueras, la grave crisis de la agricultura
de subsistencia a pequeña escala, la endémica superpoblación en relación con la
capacidad de carga ecológica local, la corrupción, la violencia, la aguda
polarización y desigualdad y los conflictos étnicos y religiosos. El cambio
climático y el rápido deterioro ambiental significan acelerar y radicalizar
todos y cada uno de los problemas existentes que amenazan el sustento y la
habitabilidad humana.
El sociólogo alemán Harald Welzer
en su libro “Guerras Climáticas” nos anuncia un escenario tenebroso para el
futuro europeo. Millones de personas desesperadas tratarán de alcanzar “la
tierra prometida” de nuestras costas, huyendo de sequías, hambrunas, guerras
por el control de recursos ambientales, grandes desastres naturales y una
miseria multiplicada por el terrible cóctel de la superpoblación, el
malgobierno y la creciente insostenibilidad de los ecosistemas que son soporte
imprescindible de las sociedades.(…)Existen conflictos concretos que devienen
violentos y que presentan una tendencia acumulativa porque se producen en
sociedades fallidas, carentes de estructuras y en las que existen actores
interesados en ampliar la conflictividad”.
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