miércoles, 30 de septiembre de 2015

NO HABRÁ TERCERA GUERRA MUNDIAL

SI TODO ESTÁ CAMBIANDO AL FIRMAR EL ACUERDO 5+1
CON IRÁN, NO ES SOLO POR VOLUNTAD DEL GUÍA DE LA
REVOLUCIÓN ISLÁMICA NI DE VLADIMIR PUTIN. SINO
PORQUE  ESTÁN COORDINANDO CON  LA CASA BLANCA.


Escribe 
THIERRY MEYSSAN (*) 
Fuente RED VOLTAIRE- 
DAMASCO (SIRIA)
http://www.voltairenet.org/ ΕΛΛΗΝΙΚΆ  
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29 DE SEPTIEMBRE DE 2015

(*) THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es un periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la extrema derecha así como sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y analista internacional. Tiene reconocida su especialización en temáticas de geopolítica. Presidente fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Es analista y consultante de varios gobiernos. Conferencista  internacional en análisis geopolítico.

Los halcones libérales y los neoconservadores no han logrado provocar el enfrentamiento con Rusia, conflicto para el cual se
entrenaron en tiempos de la guerra fría. Prevaleció la voz de la razón. Mientras se negocia discretamente una salida para la crisis ucraniana, Rusia y China se disponen a convencer a Estados Unidos y sus aliados de que deben participar en una alianza global contra el terrorismo islámico. Después de 5 años de tensión, la «primavera árabe»  está fracasando. Se ha salvado la paz.
Según Hassan al-Banna, el mundo moderno y la decadencia occidental
han venido corrompiendo el mundo musulmán desde la caída del califato otomano –en 1923. Para volver a la “Edad de Oro”, Hassan al-Banna creó una sociedad secreta: la Hermandad Musulmana. (…..) Después manipular las multitudes durante un año, la Hermandad Musulmana acaba siendo derrotada en todas partes. (….) En sólo una semana todos los dirigentes occidentales han renunciado, uno tras otro, al objetivo que persiguieron colectivamente desde hace cerca de 5 años: el
derrocamiento de la República Árabe Siria y de su presidente, Bachar al-Assad.
Hay que reconocer que si todo está cambiando desde la firma del acuerdo 5+1 con Irán, no es solamente por voluntad del Guía de la Revolución islámica iraní ni del presidente ruso Vladimir Putin. Es también porque las voluntades de estos últimos se están
Hassan al-Banna
coordinando con la de la Casa Blanca. Durante el primer semestre de 2012, Estados Unidos y Rusia pudieron comprobar el fracaso del proyecto de toma del poder por la Hermandad Musulmana –la «primavera árabe»– y concibieron una nueva distribución del «Medio Oriente ampliado», distribución que empezaron a concretar con la conferencia de Ginebra. Pero el presidente estadounidense Obama fue incapaz de concretar lo que había prometido.

Una semana después de la conferencia de Ginebra. (…..)Posteriormente, Kofi Annan dimitía ruidosamente de sus funciones como mediador mientras que Francia, Qatar, Jordania e Israel desataban la operación «Volcán de Damasco» y asesinaban en un atentado a los jefes del Consejo Nacional de Seguridad sirio. Pronto pudo verse claramente que la secretaria de Estado Hillary Clinton, el director de la CIA David Petraeus y el nuevo director de Asuntos Políticos de la ONU Jeffrey
Feltman –todos estadounidenses– habían estado manejando los hilos desde el primer momento.
Hubo que esperar hasta el fin de la campaña electoral estadounidense y la reelección de Barack Obama para que este último lograra detener –en el sentido policial de ese término– al general Petraeus y deshacerse de Hillary Clinton. (…….) Normalmente, Estados Unidos prepara sus operaciones secretas durante años y las inicia sólo
en el momento en que le parecen políticamente oportunas. Pero esta vez alguien dio la orden de inicio sin avisar al Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
El resultado fue una crisis sin precedentes: la proclamación de independencia de Crimea –que se negaba a aceptar el golpe de Estado de Kiev–, la posterior reincorporación de Crimea a la Federación Rusa, la rebelión de Donbass y de Lugansk, las sanciones occidentales contra Moscú y las
contrasanciones rusas en respuesta a los países occidentales. Todo lo anterior se tradujo en la interrupción de todas las relaciones entre el oeste y el este. Extrañamente, el presidente Obama parecía estar aceptando que sus «halcones» le impusiesen una política que él no había escogido.

Pero el presidente estadounidense proseguía en secreto las negociaciones que había iniciado con Irán, negociaciones que él mismo había iniciado al comenzar su segundo
mandato. Finalmente, debido a los numerosos retrasos y dilaciones, hubo que esperar hasta julio de 2015 para lograr un acuerdo. (…..) Desde aquel momento hemos sido testigos de un descongelamiento entre Washington y Moscú, de una solución de la crisis ucraniana –los acuerdos de Minsk II comienzan a aplicarse mientras que Rusia firma, el 26 de septiembre, un acuerdo de venta de gas a Ucrania– y de un brusco cambio político en el Medio Oriente. De hecho, volvemos a vernos así en la misma posición en la que nos encontrábamos el 30 de junio de 2012, en el momento del Comunicado de Ginebra. (Sintesis) 

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