HAMBRE Y "POBLACIÓN SOBRANTE":
LAS FABRICAS DEL HAMBRE
Escribe
MANUEL FREYTAS (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
(IAR Noticias) Informe especial
Lunes 11 de Julio de 2011
.
(*)MANUEL FREYTAS es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica, y entre sus últimos trabajos publicados se cuentan, entre otros: •La nueva agenda del "terror" •El "efecto 11-S".•El mito y el negocio •La estrategia por izquierda y por derecha •Control mental •La "amenaza terrorista" •Guerra de Cuarta Generación - Parte I •Guerra de Cuarta Generación - Parte II
.Dentro del mercado y de la sociedad de consumo capitalista, la lógica de producción no se mide por la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad (comida, vivienda salud, educación etc.) sino por los parámetros de optimización de la rentabilidad privada. La producción de bienes y servicios (esenciales para la supervivencia) controlada por el capitalismo está socializada, pero su utilización está privatizada: No responde a fines sociales de distribución equitativa de la riqueza producida por el trabajo social sino a objetivos de búsqueda de rentabilidad capitalista privada.
En este marco, y fuera de la orbita del control estatal de los gobiernos, los recursos esenciales para la supervivencia están supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear de EEUU y las superpotencias. En ese escenario, la producción y comercialización de alimentos no está supeditada a la lógica del "bien social", sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.
Según la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas controlan el mercado internacional del petróleo, de cuyo impulso especulativo se nutre el proceso de suba de los alimentos, causal de la hambruna que ya se extiende por todo el planeta. Detrás de este fabuloso negocio con los recursos esenciales para la supervivencia humana, se encuentran los principales bancos y grupos financieros de Wall Street, que juegan un rol determinante en la especulación que se ejerce en los mercados energéticos y de materias primas y que impulsan la actual escalada de los precios de los alimentos.
Entre los primeros pulpos trasnacionales de la alimentación, se encuentran la empresa suiza Nestlé SA., la francesa Groupe Danone SA. y la Monsanto Co., que lideran mundialmente la comercialización de alimentos y que, además de controlar la comercialización y las fuentes de producción, poseen todos los derechos a escala global sobre semillas e insumos agrícolas. Los niveles de producción no se realizan atendiendo a las necesidades humanas de la población, sino atendiendo a las necesidades del mercado y de la ganancia capitalista. Despojados de su condición de "bien social" de supervivencia, esos recursos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación en el mercado, y los precios no se fijan sólo por la demanda del consumo masivo, sino básicamente por la demanda especulativa en los mercados financieros y agro-energéticos. Y los gobiernos, al no tener poder de gerenciación sobre sus recursos agroenergéticos se convierten en títeres de las corporaciones que los controlan y que se apoderan de la renta del producido por el trabajo social de esos países.
Y como el capitalismo trasnacional (las corporaciones que controlan el petróleo y los alimentos) sólo produce para quien está en capacidad de comprar esos productos, la falta de poder adquisitivo de las mayorías empobrecidas del planeta, lleva su vez a que las corporaciones reduzcan la producción para achicar costos y preservar la rentabilidad vendiendo menos pero más caro. El mundo atraviesa por una sobredemanda de alimentos y de petróleo que, a su vez, reproduce la rentabilidad de los grupos que hegemonizan el poder sobre la producción y comercialización, y sobre los mercados de la especulación financiera de las materias primas.
De esta manera, a los pulpos petroleros y alimentarios no les interesa producir más, sino ganar más produciendo lo mismo con baja de costos de personal e infraestructura. Y por más apelaciones que hagan las instituciones "asistencialistas" del sistema capitalista como la ONU y la FAO (que suceden a la caridad religiosa) las corporaciones transnacionales establecen su dinámica productiva a partir de la relación costo-beneficio. Esto es, y atendiendo a la lógica esencial que guía el desarrollo histórico del capitalismo, sólo producen atendiendo a la ley de la rentabilidad, a la ley del beneficio privado, y no atendiendo a la lógica del beneficio social.
CARGANDO GRANOS EN EL PUERTO DE SANTOS |
Por lo tanto, no hay "crisis alimentaria" (como sostienen la FAO, la ONU, el Banco Mundial, y las organizaciones del capitalismo como el G-8) sino un incremento de la hambruna mundial por la especulación financiera y la búsqueda de rentabilidad capitalista con el precio del petróleo y los alimentos. El control de las fuentes, de la producción, de la comercialización internacional y de la masa de recursos financieros emergentes por las corporaciones trasnacionales, tornan impotentes a los gobiernos dependientes (sin poder de gerenciación sobre esos recursos) para resolver los problemas de la hambruna que aquejan a sus pueblos. Por otra parte, los fondos que destinan la ONU, el Banco Mundial y demás organizaciones del capitalismo trasnacional, son mendrugos comparados con la ganancias multimillonarias de los pulpos petroleros y de la alimentación y el crecimiento de las fortunas personales de sus directivos y accionistas.
En este escenario, y dentro de los parámetros funcionales del sistema capitalista (establecido como "civilización única") la "población sobrante" (los desposeídos y famélicos de la tierra) son las masas expulsadas del circuito del consumo como emergente de la dinámica de concentración de riqueza en pocas manos. Estas masas desposeídas, que se multiplican por las periferias de Asia, África y América Latina, no reúnen los estándares del consumo básico (supervivencia mínima) que requiere la estructura funcional del sistema para generar rentabilidad y nuevos ciclos de concentración de activos empresariales y fortunas personales.
.
MATERIALES DEL AUTOR EN EL BLOG
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario