sábado, 21 de marzo de 2015

CAOS SISTÉMICO SE INSTALA EN SUDAMÉRICA

LA HEGEMONÍA ESTADUNIDENSE, EN AMBAS ZONAS, 
ESTÁ SIENDO SOCAVADA POR TRES FUERZAS: 
1-CHINA 2-PROGRESISMO 3-MOVIMIENTOS POPULARES....

Escribe 
RAÚL ZIBECHI (*) 
Columnista de Internacionales 
en “La Jornada” de México 
Viernes 20 de marzo 2015

(*) RAÚL ZIBECHI- (Uruguay 1952) Periodista, docente, investigador y escritor uruguayo. Analista internacional en Red Voltaire. Logró en 2003 Premio José Martí por sus crónicas sobre Argentina. En diversos medios del continente y del exterior, incursiona en una visión panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Escribe la sección internacional de “Brecha” (Uruguay). Profesor en “Multiversidad Franciscana” de América Latina

Propongo entender la coyuntura por la que atraviesa Sudamérica como el ingreso de la región en la situación de caos sistémico que atraviesa el mundo. Postulo que las manifestaciones del pasado fin de semana en algunas grandes ciudades de Brasil y el acoso interno y externo que sufre
el gobierno de Venezuela encarnan un salto cualitativo en esa dirección, en la que se despliegan cuatro grandes fuerzas cuyas fricciones y choques conforman una situación de creciente caos.
La primera frase del informe Tendencias globales hacia 2030, emitido por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos en 2012, destaca que en 2030 el mundo habrá sufrido cambios radicales y que ningún país ostentará la hegemonía global. El quinto informe de la agencia concluye que el poder se ha desplazado hacia el este y el sur y que el espacio económico y estratégico asiático habrá superado al de Europa y Estados Unidos juntos. 

Estamos en plena transición hacia ese mundo. Con base en esa previsión, las élites estadunidenses se aferran al análisis de su principal geoestratega, Nicholas Spykman. Más de la mitad de su obra America’s strategy in world politics, publicada en 1942, está dedicada al papel que debe jugar la potencia en América Latina, y en particular, en Sudamérica. Como bien lo recuerda el cientista político brasileño José Luis Fiori, la clave es la separación de una América Latina mediterránea del resto, que incluye México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, como una zona donde la supremacía de Estados Unidos no puede ser
cuestionada, un mar cerrado cuyas llaves pertenecen a Washington. El resto de Sudamérica, los países fuera de la zona de su inmediata hegemonía, tienen un trato sólo parcialmente diferente. 
Spykman plantea que si los grandes estados del sur (Argentina, Brasil y Chile) se unieran para contrabalancear la hegemonía estadunidense, se les debe responder mediante la guerra. Fiori se lamenta de que los países de la región, y particularmente Brasil, no tengan esto tan claro como la superpotencia. La hegemonía estadunidense, en ambas zonas, está siendo socavada por tres fuerzas: China, los gobiernos progresistas y los movimientos populares. En conjunto, tenemos cuatro fuerzas en disputa cuya colisión definirá el escenario latinoamericano por largo tiempo. De
algún modo, representan los papeles que tuvieron españoles (y portugueses), ingleses, criollos y sectores populares durante las independencias. 
La primera de esas fuerzas, Estados Unidos, cuenta con poder militar, económico y diplomático, además de aliados poderosos, como para desestabilizar a quienes se le opongan. Ciertamente, ya no tiene un poder casi absoluto como el que le permitió encadenar golpes de Estado para disciplinar la región a su antojo en los años 60 y 70. La segunda fuerza, China, está desplegando básicamente poder económico y financiero. Ha realizado fuertes inversiones en Venezuela, Argentina y
Ecuador, mantiene relaciones importantes con Brasil y Cuba, y adelanta proyectos arriesgados (para Estados Unidos) como el canal de Nicaragua, que competirá con el de Panamá. 
El primer Foro China-CELAC, celebrado en enero en Pekín, es una muestra del avance de las relaciones chinas con América Latina y anuncia que este proceso no se va a detener. La tercera fuerza, los gobiernos progresistas, es la más vacilante y contradictoria. Por un lado, se apoyan en los países emergentes, sobre todo China, y en menor medida Rusia. Por otro lado, se apoyan en el modelo extractivo, que implica alianza con China (y otros), pero, sobre todo, es un modo de acumulación que fortalece a las derechas y a las burguesías, así como el modelo industrial fortalecía a trabajadores, sindicatos y partidos de izquierda.   

¿QUÉ SE ESCONDE DETRÁS DEL ODIO AL PT?

LAS MINORÍAS RICAS Y DOMINANTES
 IMPONEN UNA ESTRATEGIA ENTRE SÍ, 
POR ENCIMA Y CONTRA EL PUEBLO,
PARA MANTENER LA DOMINACIÓN  


Escribe 
LEONARDO BOFF (*) 
Fuente Web del autor 
17 de marzo 2015

(*)LEONARDO BOFF (BRASIL) Teólogo, filósofo y escritor Uno de los fundadores de la Teología de la Liberación. en 1985, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por el Cardenal Ratzinger (ex Papa) le silenció por un año por su libro “La Iglesia, Carisma y Poder” . Profesor de ética y filosofía en Brasil. Conferencista en muchas universidades, como Heidelberg, Harvard, Salamanca, Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín entre otras. Escribió más de 100 libros, traducidos a diversas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio Right Livelihood.


Ya lo dijimos en este espacio y lo repetimos: el odio diseminado en la sociedad y en los medios de comunicación social no es tanto odio al PT, sino a aquello que el PT propició para las grandes mayorías marginadas y empobrecidas de nuestro país: su inclusión social y la recuperación de su
dignidad. No son pocos los beneficiados con los proyectos sociales que declaran: «me siento orgulloso, no porque ahora puedo comer mejor y viajar en avión, cosa que antes no podía hacer, sino porque ahora he recuperado mi dignidad». Ese es el más alto valor político y moral que un gobierno puede presentar: no solo garantizar la vida del pueblo, sino hacerle sentirse digno, participante de la sociedad. Ningún gobierno anterior en nuestra historia consiguió esta hazaña memorable. No había condiciones para realizarla porque nunca hubo interés en hacer de las masas explotadas de indígenas, esclavos y colonos pobres, un pueblo consciente y actuante en la construcción de un proyecto-Brasil. Lo importante era mantener la masa como masa, sin posibilidad de salir de la

condición de masa, pues así no podría amenazar el poder de las clases dominantes, conservadoras y altamente insensibles a los padecimientos del prójimo. Esas élites no aman a la masa empobrecida, pero tienen pavor de un pueblo que piensa. Para conocer esta anti-historia aconsejo a los políticos, a los investigadores y a los lectores que lean el estudio más minucioso que conozco: La política de conciliación: historia cruenta e incruenta, un largo capítulo de 88 páginas del clásico Conciliação e reforma no Brasil de José Honório Rodrigues (1965 pp. 23-111). En él se narra cómo la dominación de clase en Brasil, desde Mende de Sá hasta los tiempos modernos, fue extremadamente violenta y sanguinaria, con muchos fusilamientos y ahorcamientos y hasta guerras oficiales de

exterminio dirigidas contra tribus indígenas, como contra los botocudos en 1808. También sería falso pensar que las víctimas tuvieron un comportamiento conformista. Al contrario, reaccionaron también con violencia. Fue la masa indígena y negra, mestiza y cabocla la que más luchó y fue cruelmente reprimida, sin ninguna piedad cristiana. Nuestro suelo quedó empapado de sangre. Las minorías ricas y dominantes elaboraron una estrategia de conciliación entre sí, por encima de la cabeza del pueblo y contra el
pueblo, para mantener la dominación. La estratagema fue siempre la misma. Como escribió Marcel Burstztyn (O pais da alianças: as elites e o continuismo no Brasil, 1990): «el juego nunca cambió; apenas se barajaron de otra manera las cartas de la misma y única baraja». Fue a partir de la política colonial, continuada hasta fecha reciente, cuando se lanzaron las bases estructurales de la exclusión en Brasil, como lo han reflejado grandes historiadores, especialmente Simon Schwartzman con su Bases do autoritarismo brasileiro (1982) y Darcy Ribeiro con su grandioso O povo brasileiro (1995). Existe, pues, con raíces profundas, un desprecio hacia el pueblo, nos guste o no. Ese desprecio alcanza al nordestino, tenido por ignorante
(cuando a mi modo de ver es extremadamente inteligente, vean sus escritores y artistas), a los afrodescendientes, a los pobres económicos en general, a los moradores de favelas (comunidades), y a aquellos que tienen otra opción sexual. Pero gracias a las políticas sociales del PT irrumpió un cambio profundo: los que no eran comenzaron a ser. Pudieron comprar sus casas, su cochecito, entraron en los centros comerciales, viajaron en avión en gran número, tuvieron acceso a bienes
antes exclusivos de las élites económicas. Según el investigador Márcio Pochmann en su Atlas da Desigualdade social no Brasil: el 45% de todo el ingreso y la riqueza nacionales se lo apropian solamente 5 mil familias extensas. Estas son nuestras élites. Viven de rentas y de la especulación financiera, por lo tanto, ganan dinero sin trabajo. Poco o nada invierten en la producción para fomentar un desarrollo necesario y sostenible.     

viernes, 20 de marzo de 2015

TRAS CRISTINA, EVO Y MADURO. AHORA, TURNO DE DILMA

“EN BRASIL HAY UNA RABIA GENERALIZADA 
CONTRA EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES (PT) ,
QUE ES MÁS BIEN INDUCIDA POR LOS 
MEDIOS DE COMUNICACIÓN” Leonardo Boff

Escribe
VICKY PELÁEZ (*)
 Fuente “Sputnik” 
Publica “Rebelión”
20 de marzo 2015

(*) PELAEZ VICKY. Escritora y periodista peruana. Publica sus artículos en El Diario de New York y en otros medios. Radicada en Nueva York escribe una columna regular en el periódico hispano El Diario/La Prensa, uno de los diarios más prestigiosos en español en Estados Unidos. Columnista habitual en los principales medios alternativos del continente


El pasado domingo, cerca de 1,7 millón de personas participaron en marchas convocadas por la oposición en 26 capitales provinciales de Brasil y en la capital federal Brasilia demandando la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. La multitud la responsabilizaba de la corrupción en
Petrobras, la empresa petrolera estatal y privada, pero tras de todo esto hay una mano negra experta en revoluciones que ahora está operando sutilmente en Brasil. La Suprema Corte de Brasil autorizó la apertura de investigaciones a 51 políticos, entre ellos dos gobernadores y 34 legisladores, incluso el presidente del Senado, Renan Calheiros y el de la Cámara Baja, Eduardo Cunha. Aparentemente todos ellos estaban involucrados en la red de corrupción en Petrobras que desvió de la empresa entre 2004 y 2012 unos 3700 millones de dólares a través de lavado de dinero y sobrefacturación en obras y contratos. El supuesto autor de esta red, ex director de servicios

de Petrobras, Renato Duque, ya fue arrestado y está colaborando con los investigadores. Por supuesto, las protestas en términos generales muestran la solidez de la democracia en Brasil recuperada hace 30 años después de 21 años de dictadura militar (1964-1985), como lo reconoció la presidenta Rousseff. Sin embargo, las marchas del domingo pasado no fueron muestras de una reacción espontánea del pueblo que expresaban la indignación popular, sino fueron bien preparadas y organizadas por la derecha nacional derrotada en las elecciones presidenciales en 2002, 2006 y 2010 y en 2014. Sus consignas durante estos 12 años del gobierno del Partido de Trabajadores (PT) siguen siendo las mismas: ¡Fuera Lula! ¡Fuera Dilma! ¡Fuera PT! El teólogo y filósofo


brasileño Leonardo Boff en su análisis de las recientes protestas afirmó que “en Brasil hay una rabia generalizada contra el Partido de los Trabajadores, que es más bien inducida por los medios de comunicación, pero no es odio contra el PT, es odio contra 40 millones de pobres que fueron incluidos y que ocupan los espacios que eran reservados a las clases pudientes”. Como lo expresó el escritor y periodista argentino, José Steinsleger, invocando la película del famoso cineasta brasileño Glauber Rocha “El León de 7 Cabezas” (1970), las siete cabezas de la oposición en Brasil representan a los banqueros, latifundistas, empresarios,


tecnócratas, los medios de comunicación, los narcos y sectas religiosas empeñados en revertir “el proceso de cambio y justicia social más profundo y prolongado que ha vivido Brasil desde los tiempos de Getulio Vargas y Joao Goulart (1951-1964)”. La derecha brasileña nunca ha podido asimilar estos 12 años del gobierno del PT, la pérdida de control de país, de la sociedad y de la nación. Tampoco ha reconocido los avances de la última década de los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff. La pobreza relativa bajó de 36.4 por ciento en 2002 a 18.6 en 2014 y la pobreza extrema del 15 al 5.29 por ciento. Millones de personas fueron beneficiadas con viviendas
populares, subsidios, acceso a la salud y la educación, inclusive universitaria, el sueldo mínimo fue aumentado y la desigualdad disminuida. La derecha brasileña nunca ha reconocido estos logros a pesar de que los gobiernos de Lula y Dilma jamás se atrevieron a terminar con neoliberalismo, sino lograron modificarlo ligeramente y crear condiciones para el crecimiento económico con la distribución de la renta más equitativa. Por eso siguieron aumentando sus presiones sobre el gobierno del Partido de Trabajadores en su intento de desacreditarlo. La clase media es partícipe
en este juego, está influenciada por los medios de comunicación en manos de la oligarquía y guiadas por las transnacionales de información. Los medios de comunicación brasileños, en manos de 14 grupos familiares que poseen el 90 por ciento del mercado de la comunicación, asumieron el papel del principal partido de oposición. Lo reconoció en 2010 la directora del diario conservador nacional Folha de Sao Paulo, Judith Brito quien señaló que “puesto que la oposición se encuentra profundamente debilitada, son los medios de comunicación los que, de hecho deben desempeñar este papel. A veces con mucha imaginación”.  

LE LLAMAN TRATADO DE “LIBRE COMERCIO” PERO NO LO ES

TRANSNACIONALES FARMACÉUTICAS ESCRIBEN LAS REGLAS
DEL TRATADO DE LIBRE COMERCIO (TPP),
 QUE EE.UU.PROPICIA REACTIVAR EN AMÉRICA LATINA
  
Escribe 
VICENÇ NAVARRO (*) 
Fuente Blog del autor en  
“Publico.es” de España 
13 de marzo 2015

(*) VICENÇ NAVARRO (http://www.vnavarro.org/ )  Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). También profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University.Es uno de los investigadores españoles más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales


La gran mayoría de la población española no ha oído ni leído prácticamente nada sobre el llamado Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la Unión Europea. Y lo poco que habrá leído u oído le habrá parecido que es un tema que debería favorecerse, pues un tratado con este título seguro que aumentará el comercio entre los dos lados del Atlántico
Norte, y con ello la actividad económica y la creación de empleo. Los mayores medios de información y persuasión, en manos de grandes grupos financieros y empresariales, o bajo el control de opciones políticas próximas a estos intereses, seguro que proveerán las cajas de resonancia para que el lector, el oyente y el televidente de tales medios saque esta percepción de dicho tratado. Y ahí está el problema, pues tal tratado afectará a la gran mayoría de la población en términos desfavorables a sus estándares de vida y al nivel de protección social que

ha adquirido, protección que se debilitará considerablemente con la aplicación de ese tratado. Y la causa de que ello ocurra así y no de otra manera es consecuencia del enorme poder que los grandes conglomerados económicos y financieros tienen sobre el Estado federal de EEUU y sobre los Estados miembros de la Unión Europea. Y existe evidencia muy robusta de que ello será así. Solo basta mirar otros tratados semejantes para ver quién se ha beneficiado de ellos y quién ha salido perjudicado. Hace algo más de un mes, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz escribió un artículo en el New York Times (31.01.15), significativamente titulado “No negocien con nuestra
Joseph Stiglitz

salud” (“Don’t Trade Away our Health”), en el que detallaba cómo la industria farmacéutica, una de las más poderosas en EEUU (y en Europa), estaba, en realidad, escribiendo las reglas del nuevo Tratado de Libre Comercio de la Asociación Trans-Pacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP), que regula el intercambio internacional de fármacos en los países del Pacífico. El objetivo de dicha industria es crear sistemas de propiedad monopolística (que entran en conflicto, por cierto, con el libre comercio) que imposibiliten medidas que rompan con tal monopolio. Y la manera de conseguirlo es dar a la industria el poder para definir el precio de los productos farmacéuticos mediante el establecimiento de patentes, por un lado, e imposibilitando el desarrollo, venta y distribución de productos genéricos, no sujetos a patentes, por otro. Tener una patente quiere decir

que la industria que ha producido el fármaco patentado tiene pleno control de la producción y distribución del producto durante un largo periodo de tiempo, lo cual le permite pedir el precio que quiera por el fármaco. El caso más conocido es la producción de la medicina que cura la Hepatitis C, cuyo precio en EEUU es nada menos que de 84.000 dólares por paciente, mientras que en la India, una versión genérica (no patentada) del fármaco se vende por menos de un 1% de ese precio. La intención del Tratado de Libre Comercio, desde el punto de vista de la industria farmacéutica, controlada por las grandes empresas estadounidenses y europeas, es dificultar al máximo la introducción de los
productos genéricos no patentados. Y lo están consiguiendo. Como Stiglitz menciona, las normas del TPP en el comercio de fármacos las están escribiendo las grandes empresas farmacéuticas que, en la práctica, controlan la agencia federal de EEUU a cargo de regular el comercio internacional de fármacos. De ahí la movilización de tales grandes empresas farmacéuticas para revertir este proceso, utilizando como argumento la necesidad de aumentar el comercio, cuando, en realidad, la aplicación de sus propuestas es precisamente lo opuesto a lo que indican.     

jueves, 19 de marzo de 2015

“CAPITALISMO QUE TENEMOS CAUSO CAMBIO CLIMÁTICO”

LA CONEXIÓN ENTRE GASES DE INVERNADERO 
Y CALENTAMIENTO GLOBAL VIENE SIENDO 
UNA CUESTIÓN POLÍTICA CENTRAL 
PARA LA HUMANIDAD DESDE 1988

KLAUS BRINKBÄUMER 
ENTREVISTA A NAOMI KLEIN(*)

 Fuente
 “Der Spiegel” 
Publica “Rebelión” 
Traducción de Lucas Antón 
Jueves 19 de marzo 2015

 (*) NAOMI KLEIN (1970 Montreal CANADA) Es una periodista, escritolra e investigadora, de gran influencia en el movimiento antiglobalización.  Publica en numerosos periódicos y autora del los éxitos de ventas internacionales del New York Times, “La doctrina del shock” y  “El auge de capitalismo del desastre” (septiembre de 2007); entre muchos otros. Graduada en la Universidad de Toronto. Galardonada con varios premios y colaboradora habitual en “The Nation” “The Guardian” “Der Spiegel”entre otros. Ha trabajado como columnista para diarios de América y Europa y es ferviente activista por la biodiversidad y el anti extractivismo..


(Sacado de contexto de la entrevista a Naomi Klein) Calentamiento global viene siendo una cuestión política central para la humanidad desde 1988. Fue la época en que cayó el Muro de Berlín y Francis Fukuyama certificó “el
KLAUS BRINKBÄUMER 
fin de la Historia", la victoria del capitalismo occidental. Canadá y los EE.UU. firmaron el primer acuerdo de libre comercio, que sirvió de prototipo para el resto del mundo. En ese momento nos dijeron que ya no había nada parecido a la responsabilidad social y la acción colectiva, que deberíamos dejarlo todo al mercado. Privatizamos nuestros ferrocarriles y la red energética, la OMC y el FMI se comprometieron con un capitalismo desregulado. Por desgracia, esto condujo a una explosión de las emisiones.  Las cifras cuentan cuál es la historia entera. Durante los años 90, las emisiones se elevaron un 1% anual. Desde el año 2000 han ido subiendo una media del 3.4%. Se exportó globalmente el sueño americano y se expandieron rápidamente bienes de consumo que creíamos esenciales para satisfacer nuestras necesidades. Empezamos a vernos exclusivamente como consumidores.
Cuando el comprar como forma de vida se exporta a todos los rincones del globo, eso exige energía. Mucha energía.  Hemos desechado sistemáticamente las herramientas. Hoy se hace mofa de regulaciones de toda laya. Los gobiernos ya no aplican reglas severas que pongan límites a las compañías petrolíferas y demás empresas. Estas crisis se nos ha venido encima en el peor momento posible. Ya no nos queda tiempo. Estamos en un momento de ahora o nunca. Si no actuamos como especie, nuestro futuro está en peligro. Tenemos que reducir emisiones de modo radical.  El sistema económico que hemos

creado ha creado también el cambio climático. No me lo he inventado. El sistema es inservible, la desigualdad económica es demasiado grande y la falta de contención por parte de las compañías energéticas es desastrosa. Veo señales de que podría haber un mundo radicalmente distinto del que tenemos hoy en día. Vamos a experimentar el cambio climático y bastantes más desastres naturales, eso es seguro. Pero tenemos tiempo todavía para impedir un calentamiento verdaderamente catastrófico. Tenemos tiempo asimismo de cambiar nuestro sistema económico para que no se vuelva más brutal y despiadado al enfrentarse al cambio climático. Tenemos hoy que tomar algunas decisiones acerca de qué valores son importantes para nosotros y cómo queremos de verdad vivir.


Y, por supuesto, hay una diferencia entre que la temperatura se eleve solo 2 grados o lo haga 4 o 5 o más. Todavía nos es posible a los seres humanos tomar las decisiones correctas. Hace varios años, la comunidad internacional estableció un objetivo para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados. ¿Lo considera todavía alcanzable? Bueno, todavía es una posibilidad física. Tendríamos que reducir inmediatamente las emisiones globales en un 6% anual. Los países más ricos tendrían que sobrellevar un peso mayor, lo que significa que los EE.UU. y Europa tendrían que recortar emisiones entre un 8% y un 10% anual. Inmediatamente. No es imposible, solo que es profundamente irreal políticamente con nuestro actual sistema.
Necesitamos un cambio espectacular, tanto en la política como en la ideología, porque hay una diferencia fundamental entre lo que los científicos nos dicen que tenemos que hacer y nuestra actual realidad política. No podemos cambiar la realidad física, así que tenemos que cambiar la realidad política. Un modelo económico basado en un crecimiento indiscriminado lleva inevitablemente a un mayor consumo y a mayores emisiones de CO2. Puede y debe haber crecimiento en el futuro en muchos sectores bajos en carbón de la economía: en tecnologías verdes, en transporte público, en todas las profesiones que proporcionan cuidados, en las artes y, por supuesto, en educación. Ahora mismo, el núcleo de nuestro producto interior bruto comprende solo el consumo, las importaciones y exportaciones. Ahí tiene que haber recortes. Cualquier otra cosa sería engañarse.    

VENEZUELA Y NUESTROS LABERINTOS

QUE SIEMPRE FUE LA POLÍTICA, Y QUE LA REVOLUCIÓN
 LLEGO PARA DECODIFICAR LAS  CLAVES DE LA ÉPOCA:
DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS

Escribe 
JOSÉ STEINSLEGER (*) 
Columnista de Internacionales
en “La Jornada” de México 
18 de Marzo 2015

(*) JOSÉ STEINSLEGER | Escritor, analista politico y periodista nacido en Argentina, pero afincado en México. Miembro fundador de la Federación Latinoamericana de Periodistas . Columnista de La Jornada de México, Red Voltaire entre varios otros medios del continente. “El día en que seamos ciudadanos de una patria común, el siglo XX latinoamericano será recordado como el siglo de Fidel”


Luego del decreto ejecutivo imperial que señala a la República Bolivariana de Venezuela como amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos, me dije: esta película ya la vimos. Y en curiosa sincronía, me puse a ver una de espías: El recluta (The recruit, Roger Donaldson, 2003). A ciertas alturas de la vida, la calidad de un actor pesa más que una trama histórica mil veces contada.
En nuestro caso, la de Al Pacino en el rol de un veterano agente de la CIA cuando dicta la primera lección a un grupo de jóvenes interesados en ingresar a la benemérita institución: “En este oficio –les dice– nada es lo que parece”. ¿Y en el de Obama? ¿No que andaba pintándose las uñas para su intervención en la séptima Cumbre de las Américas? (Panamá, 10-11 abril)? Con toda seguridad, alguien le dijo: “Es ahora, míster president. Kirchner y Chávez murieron, Dilma y Cristina están jaqueadas, a Evo y Correa los ajustaremos después, y las izquierdas ‘peligrosas’ no son lo que parecen”. Subestimación en la que,
paradójicamente (y por enésima ocasión), coinciden izquierdas solipsistas y derechas golpistas. ¡Qué arrogante desdén por los pueblos que vienen rescatando al Estado del saqueo neoliberal! ¿Será que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, no fue bien entendido al decir que en lugar de una época de cambios vivimos un cambio de época? A inicios de los noventa, el neoliberalismo consiguió vulgarizar una expresión que todos los tontos hicieron suya: Es la economía, estúpido. Pero luego, con Chávez, vieron que no. Que siempre fue la política, y que la revolución bolivariana había llegado para decodificar las nuevas claves de
la época: democracia y derechos humanos (que desde la memoria desenmascaraba las hipocresías del dogma liberal), libertad de expresión para disputar la palabra a los medios que la envilecían, movimientos sociales que reconvertían al Estado en agente activo y central de políticas incluyentes. A diferencia de otras épocas, no parece que el imperio revertirá fácilmente los pasos dados en asuntos de cooperación económica y entendimiento político: Alba y Petrocaribe (2004); Unasur (2008); Celac (2012), así como la creciente gravitación en las economías subregionales del llamado grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica). Lo que sí parece es que Obama no leyó Las venas abiertas de América Latina, libro que Hugo Chávez le regaló en la quinta cumbre de Trinidad Tobago (2009). En todo caso, no hay problema. Entrevistado por un periódico español poco creíble, el autor de
Las venas... confesó que no volvería a leerlo: “Caería desmayado… Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima” ( El País, 5/5/14). Pues bien. Para mí, Las venas… continúa siendo un buen texto para sensibilizar a un joven políticamente despierto. Porque la tristeza que a millones de chicos causa la alienación de sus mayores se ha convertido en un flagelo más preocupante que el cambio climático, el narcotráfico, la depredación ambiental o las amenazas de una
guerra nuclear. Ojo… no sólo entre chicos de familias humildes y burguesas, sino también en hogares donde el papá, acomodando el sillón principal en el sentido de la Historia, dice a sus hijos con gravedad: Marx os ama. Pero si de Él reniegan, malditos seáis por siempre. ¡Híjole!… ¿No es como para suicidarse? Como era de esperarse, las derechas celebraron la torpeza de Obama, y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) cumplió con lo suyo: no al injerencismo. Mas, ¿cuál será el clima en la cumbre, con Venezuela agredida y Cuba alistándose para asistir al aquelarre por primera vez, mientras en La Habana dialoga con el Departamento de Estado para normalizar relaciones?    

miércoles, 18 de marzo de 2015

SUDAMÉRICA: DESESTABILIZACIÓN Y DESGASTE

LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS SUDAMERICANOS 
NO ATRAVIESAN POR SU MEJOR MOMENTO 
DEBEN ENFRENTAR CONTEXTOS  NUEVOS 
Y MUY ADVERSOS PARA SEGUIR ADELANTE
  
Fuente: 
EDITORIAL de 
“La Jornada” de México 
Lunes 16 de marzo 2015

“LA JORNADA” de México. Comenzó a editarse en 1984. Salvo un par de excepciones no había en el país medios realmente independientes del poder. La prensa en gran parte era orgánica del régimen. En sus inicios el proyecto no fue bien recibido por el empresariado, ni por el gobierno de Miguel de la Madrid.  La Jornada ha ejercido un periodismo crítico y responsable. De cobertura informativa, reflexión y esclarecimiento, que han incrementado su credibilidad. Es hoy uno de los primeros medios del Continente. Tiene una plana de corresponsales y de columnistas nacionales e internacionales, que es imposible ver en otro medio de "la gran Prensa" del continente.   


Cientos de miles de personas colmaron ayer las calles de Sao Paulo y otras ciudades de Brasil para manifestarse en contra del gobierno que preside Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT) y protestar por las más recientes medidas de política económica, así como por el escándalo de
corrupción en la empresa petrolera estatal, Petrobras. En Argentina, en tanto, se gesta una alianza opositora entre la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR) y la derechista Propuesta Republicana (Pro) del alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, para enfrentar al gobernante Frente para la Victoria (peronista) de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en momentos en que la mandataria se encuentra acosada por el suicidio de un fiscal que la había acusado de encubrir a los responsables del atentado perpetrado en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Por su parte, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, enfrenta una renovada ofensiva de la oposición política de su país combinada con

una escalada de hostilidades por parte de Washington. Ciertamente, las circunstancias en esas tres naciones sudamericanas son diversas y distintas, pero hay denominadores comunes insoslayables: los programas de injerencia y desestabilización –abiertos, en el caso de Venezuela, y discretos, por lo que hace a Brasil– procedentes de Estados Unidos y Europa occidental; la reacción de los sectores oligárquicos y mediáticos locales que buscan suprimir lustros de transformaciones sociales, estrategias de bienestar aplicadas desde el poder y políticas soberanas e integracionistas; el aparente agotamiento de los ciclos de expansión económica experimentados por los tres países, y también el inevitable


desgaste del poder que experimentan los respectivos proyectos gobernantes y la pérdida de respaldo en sectores de la población. Este último factor es particularmente perceptible en Brasil, donde la presidenta Rousseff no parece haber adquirido conciencia del grado de erosión que sufren su partido y su gobierno y no ha sido, en consecuencia, capaz de ofrecer más respuestas que un programa de ajuste característicamente neoliberal, como el que puso en práctica recientemente su ministro de Economía, Joaquím Levy, y que ha golpeado con particular dureza las finanzas de la clase media. Las protestas masivas de 2012 y el estrecho

margen con que la mandataria consiguió ser relecta el año pasado habrían debido ser indicios suficientes para que el equipo de gobierno asumiera la necesidad de reinventarse y de reconectarse con los sectores sociales que han respaldado el programa transformador del PT desde 2002, algo, que sin embargo, sigue sin ocurrir. En términos generales, sin ignorar los desfavorables elementos exógenos que impulsan el desasosiego político y social en esas naciones hermanas –desde la nunca pausada ofensiva de capitales y gobiernos externos y de grupos
reaccionarios internos hasta el estancamiento económico mundial e incluso factores climatológicos, como la sequía en parte del territorio brasileño–, es claro que el conjunto de los gobiernos progresistas sudamericanos no atraviesa por su mejor momento y que, después de tres lustros o más de transformaciones sociales, económicas y políticas, deben hacer frente a circunstancias nuevas y adversas para seguir adelante. Cabe esperar que lo logren, porque es difícil imaginar un escenario más trágico que una restauración oligárquica en uno o varios de los países mencionados.    

(…el texto está completo aquí)



LA DEUDA ARGENTINA Y EL DEBATE INTERNACIONAL

EL PROBLEMA NO ES SOLO EL SUR DEL MUNDO.
ES EN LAS RELACIONES GLOBALES Y  EN LA ECONOMÍA MUNDIAL. 
ES EN LA BASE DE LA CONSTRUCCIÓN DEL ORDEN CAPITALISTA.

Escribe 
JULIO CESAR GAMBINA (*)
 Fuente: BLOG del autor 
Sabado 14 de marzo 2015

(*)GAMBINA JULIO CESAR – (Argentina) Doctor en Ciencias Sociales (UBA) Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP, e Integrante del Comité Directivo del consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO. Miembro del Consejo Académico de ATTAC-Argentina y dirige el Centro de Estudios Formación de la Federación Judicial Argentina.


Un nuevo episodio se presenta en la disputa entre los fondos buitres y el juez de Nueva York Thomas Griesa contra la Argentina. En este caso afecta al Banco Citi en la Argentina, a quien las autoridades argentinas podrían sancionar por las disposiciones del juez estadounidense, que no permite cancelar los pagos realizados por la Argentina sobre deudas con
legislación local. Si bien el Citibank apela la medida, el resultado final es incierto y son variados los afectados. El conflicto por la deuda soberana sobrepasa el caso argentino y a solicitud de la Argentina, las Naciones Unidas tomaron carta en el asunto y con voto mayoritario se discute desde septiembre pasado una resolución de carácter global sobre la deuda soberana. Esa Comisión está presidida por Bolivia, desde donde se encauzan una serie de iniciativas para definir una posición conjunta de los gobiernos de la región. Junto a esa iniciativa oficial liderada por el gobierno plurinacional de Bolivia, desde la Argentina surge la iniciativa de una convocatoria a una Conferencia Internacional que discuta la deuda pública en relación con la

soberanía popular sobre los bienes comunes y la dominación en el orden capitalista. El embrollo en el que se encuentra la Argentina es importante, más allá del debate sobre el des-endeudamiento y la aspiración gubernamental por captar nueva deuda en el mercado mundial, lo que incluye definir el stock de deuda que acusa el país. La deuda pública es un mecanismo esencial en la construcción del orden capitalista. Es una afirmación válida para cualquier época, como se demuestra en el origen del orden capitalista global y en la Argentina desde el empréstito de la inglesa Baring Brothers, que hipotecó a la Argentina por 80 años entre el Siglo XIX y comienzos del XX y más


contemporáneamente desde la ilegal, ilegitima, impagable y odiosa deuda asumida en tiempos de la dictadura genocida (1976-1983). Es cierto que existe una legislación desde septiembre pasado, que resuelve crear una comisión investigadora sobre la deuda asumida desde los tiempos dictatoriales hasta fines del 2014, pero como es ya costumbre el Congreso se encuentra en mora para cumplir con esa y otras investigaciones dispuestas por ley. El problema no solo afecta a la Argentina. Es tema de discusión en Grecia y en España. Los griegos se debaten ante el nuevo gobierno de Syriza, sobre qué hacer, y una posibilidad que emana del Parlamento es la de avanzar en una Auditoría de una gigantesca deuda pública asumida desde el inicio de la crisis en 2008 para el salvataje de la banca europea, comprometida por los impagos de la deuda. En España el debate se procesa ante el eventual acceso al gobierno del partido PODEMOS, rompiendo el bipartidismo emergente a la caída del franquismo. La discusión en Grecia o España, sobre qué hacer con la deuda, trasciende a los grupos políticos mencionados y se extiende a un complejo entramado social y político popular de la izquierda social y política. En rigor, el tema de la deuda es preocupación en variados países
de Europa, en Japón, con el mayor porcentual de deuda sobre su PBI y claramente en EEUU, la mayor deuda del mundo en términos absolutos, que compromete al 100% de su PBI. Durante muchos años hemos explicado el carácter condicionante de la deuda para afirmar la dependencia de los países en el sur del mundo. Incluso en los ochenta del siglo pasado desde Cuba, Fidel Castro promovió la formación de un Club de Deudores para enfrentar la estrategia del Club de Acreedores presidido por el FMI. Más allá de la campaña popular en ese sentido, los nuevos gobiernos surgidos de procesos constitucionales en Nuestramérica no asumieron el desafío y cada cual enfrentó el problema por su lado, con políticas nacionales, desestimando un accionar conjunto, integrado tal como promovía el movimiento popular en esos años.